Siempre decía como el poema de Julia de Burgos yo quise ser lo que otros quisieron que yo fuese. Suena triste esta realidad, pero Berlisse fue una adolescente muy tímida e insegura. Yo era muy buena en todas las clases, en especial en ciencias y matemáticas, así que muchos empezaron a decir que yo sería una muy buena doctora o científica. Yo lo creí.
Yo vivía en las nubes y soñaba. Tenía libretas por todas partes y escribía en todo lugar. Solo mi madre y mis dos mejores amigas sabían mi amor por la escritura ya que también lo compartíamos. Un día, ya en 12mo grado, decidí con mucho miedo compartir mis escritos en un informe oral de la clase de Español. Ese día descubrí la magia de las letras. Todos aplaudieron, algunos lloraron y la señora Rosario, mi maestra, me abrazó bien fuerte y me dijo: Berlisse, tú serás escritora. Tú serás maestra.
Esas palabras las repetía una y otra vez en mi cabeza, pero era una voz en no sé cuantas que me veían haciendo inventos. Yo quería escribir y enseñar a otros jóvenes a amar su idioma. Pero, como te dije, era una joven tímida e insegura, así que le hice caso a las voces del mundo y entré a estudiar Biología en la UPR de Río Piedras.
Recuerdo que empecé un verano a tomar clases en la Facultad de Ciencias Naturales. Fue el verano más horrible de mi vida. Tenía buenas notas en la clase de pre-cálculo que tomé, pero yo no pertenecía a ese ambiente. Allí no se podía soñar. Había que aprender fórmulas y resolver ecuaciones. Esos pasillos eran muy silenciosos para mí. Yo quería hablar y recitar poesía. La voz de mi maestra se hizo más fuerte en esos pasillos silenciosos.
Un día fui a mi clase pero yo no estaba allí. Veía números aparecer en la pizarra pero no escuchaba al profesor. "Serás escritora. Serás maestra", decía una y otra vez en mi mente. Salí de clase directo a la oficina del consejero académico y ese día me cambié.
"Los escritores y los maestros se mueren de hambre", me decían muchos familiares, amigos y conocidos, pero a mí no me importó. Tomé todas las clases de literatura y redacción que pude. Ya yo sabía quién era. Ya no era tímida. Ya no era insegura. Cada día escribía más y eso era lo más que amaba. El solo hecho de escribir para mí era un acto de rebeldía.
Aunque no lo creas y muchos piensen que estoy loca, amo esto que hago. Mi idioma es uno de los tesoros que más aprecio y transmitir ese amor a las mentes más jóvenes es algo que me hace sentir realizada. Tengo muchas letras regadas que comparto de vez en cuando en este blog y otras dando vueltas en mi cabeza esperando el momento de convertirse en tinta y papel. Algún día quizás llegue a publicar algo o quizás nunca. Quién sabe... Lo que sí sé es que mientras pueda y tenga salud me encargaré de que nadie dude de sus sueños y de que sepan que está bien pensar diferente y seguir el corazón.
Mi misión de vida está en mis hijas, está en ti y en los cientos de estudiantes que pasan por mi vida cada año. Enseñarles el amor por su idioma, por su Patria y por ellos mismos... Enseñarles que está bien cuestionar; ser distinto... Y de paso, si hay alguna Berlisse sentada (o sentado) atrás, en medio o al frente en una de mis clases, con inseguridades, dudas o frustraciones, sepa que yo creo en ellos... Que yo una vez miré con miedo al futuro... Que yo una vez oí las voces de otros e ignoré mi corazón...
La vida no tiene casualidades y quizás tenías que leer esta historia y ser yo quien te diga que es cierto lo que dicen todos que puedes ser cualquier cosa, pero tú sigue tu corazón y te digo como una vez me dijo mi maestra: serás escritora.
Espero que estas palabras de vueltas siempre en tu cabeza y un día cuando me tropiece con un libro tuyo en una tienda diré a todos que yo fui tu maestra de Español y que sabía que serías escritora. Créeme, esa sería una de mis más grandes historias.
Letras dedicadas a Coralys Ríos, una maravillosa joven.