martes, 2 de agosto de 2016

Cuando el timbre no suena

El 1ro de agosto, como muchos agostos, fue un día sumamente triste para mí. Miles de maestros desfilaron antes de las 8 a colocar su dedo índice en el ponchador mientras en su mente rogaban haber recargado las energías suficientes para sobrevivir otro año escolar y todos los cambios que trae. Este 1ro de agosto a las 8 de la mañana sonó el timbre por primera vez después de dos meses y yo no lo escuché, sin embargo me mente estaba pensando en LA ESCUELA. Lo escribo en letras mayúsculas porque no sé de qué otra manera escribirlo para representar lo que pienso, pues mi mente paseó por todas las escuelas que he recorrido. Pensé en el café que se estarían tomando mis compañeros en el salón de inglés pero también en el café de Carminia que tomé varios años antes y que aún recuerdo su rico sabor. Pensé en el árbol de flores amarillas que había en el estacionamiento de la primera escuela en la que trabajé, en los armarios que organicé en agosto y los que dejé regados en mayo... Pensé en la parada obligatoria todas las mañanas en el salón de la maestra de matemáticas que pasó de ser colega a amiga y ya no está...

Hoy 2 de agosto a las 8 am también tocó el timbre pero nuevamente no pude escucharlo y sé que muchos compañeros tampoco lo escucharon. Hoy pensé en ellos... En todos... Porque aunque no los conozca sé lo que está pasando por sus mentes en este momento. Pienso en el padre de familia y en la madre soltera cuyas vacaciones de verano se les extendió de manera inevitable. Pienso en el que cobró menos su última quincena porque comenzó tarde y que cobrará tarde cuando empiece a trabajar... Pienso en el que está contemplando abandonar la vocación y en el que sin quererlo ha revisado ofertas de empleo en otros lugares... Hoy mi mente está con ellos y sé que añoraron escuchar el timbre... cualquier timbre... en cualquier lugar... en cualquier salón... Los pienso y solo les deseo que Dios los ponga en el lugar que sean necesarios, que sean de bendición a las vidas que tocarán y que pronto, muy pronto puedan escuchar el timbre sonar.


Berlisse D. López Miranda
Maestra de Español