viernes, 3 de febrero de 2017

Un poeta no conocido

Siempre que me siento rebelde me acuerdo de este señor. Cuando lo conocí era  un anciano muy sonriente y en cuyos ojos se reflejaba la sabiduría. Su nombre lo supe más adelante. Lo solía ver en el merendero de la UPR siempre leyendo. Un día lo escuché recitar un poema ante un gran número de estudiantes. Sus palabras penetraron mis entrañas, desescamaron mis ojos, despertaron mi conciencia y no volví a ser la misma a partir de ese día.  Al día siguiente no pude contener el acercarme a hablarle a ese anciano. Lo felicité y le dije que deseaba conseguir una copia del poema y si me podía decir el autor. Muy humildemente me dijo: "Es un poema de guerra de un poeta puertorriqueño. Casi nadie lo conoce pero puedo hacerte llegar el poema." Muy contenta quedamos encontrarnos en el mismo lugar al día siguiente. Al otro día el anciano ya se encontraba allí. Me dijo: "No conseguí sacarte una copia pero te traje el libro de poemas." Acto seguido abrió la primera página y me preguntó mi nombre el  que escribió con una corta dedicatoria. Efectivamente, tuve al poeta frente a mí todo el tiempo tomando café en aquel merendero. Ese anciano de voz cansada fue una de las personas que cambió mi vida con las palabras. Fue uno de los mejores poetas puertorriqueños y murió sin que muchos supieran su nombre: José María Lima. Fue un orgullo conocerlo y recibir de herencia la riqueza de sus palabras.


***
Edificamos a golpes
     a cansancios
     a golpes de cansancio
     a cansados golpes de voz
decimos la canción para el hermano
para que tenga su mañana
sin más frío que aquel
que necesite para que su volcán
recoja nuestra llama.

Edificamos a heridas
     a muerte
     a herida mortal
     a muerte herida
     a herida que muriera en cauce estrecho
decimos nuestra vida para el hijo
para que tenga habitación
sin más dolor que aquel
que necesite para que su torrente
albergue nuestro hilo.

Edificamos a gritos
      a dolor
      a dolor hecho grito
      a gritos dolorosos de rabia
decimos el futuro para la nueva carne
para que tenga su camino
sin más hoyos que aquellos
que precise para forjar su vuelo
en nuestra huella.
                     José María Lima