Mis Letras Regadas es un blog común de una mujer común. Es el desahogo y sentimiento de una mente complicada. Son mis letras regadas porque así es mi mente; así es mi vida. Aquí encontrarás una ensalada de escritos con todo tipo de aderezos: dulces, amargos, sosos y que te rechinan los cachetes y sin querer queriendo te hacen reír. ¡Que lo disfruten! ¡Leer no engorda!
lunes, 19 de noviembre de 2018
Descubrimiento
Hoy mi pelo celebra que aunque lo habita un cuerpo colonizado él está libre, como quiere. Que refleja mi espíritu y la rebeldía ancestral de más de cinco centenarios de llantos y gritos silenciados; de carimbos y libretas de jornadas; de opresiones y sometimientos. Hoy celebra las razas, la mezcla que nos hace únicos, la historia que no aparece en los libros pero que llevamos pintada en la piel; enredada en los rizos... Celebro a la india María que habla mi padre y a mi abuelo negro que cortaba caña. Celebro a mi tatarabuela de Islas Canarias que jamás conocí.
El mundo conmemora descubrimientos que nunca debieron llevar ese nombre. Olvidan la historia dolorosa y la disfrazan con días festivos, como si fuera una celebración el olvido y la sangre que alguna vez lloraron los ríos y dio vida a los árboles. El único descubrimiento que vale la pena celebrar es el de uno mismo y la historia dolorosa que nos formó como patria: alguna vez libre, muchos siglos esclavo, pero siempre borinqueños.
jueves, 20 de septiembre de 2018
El presagio de la oscuridad
Y se deshizo la luz... Sé que es un término errado, pero esto que voy a contarles carece de explicación, pues raya en lo inimaginable. Tuve que escribirlo todo (pido disculpas de antemano) para convencerme a mí misma de que sucedió y que no fue una terrible y larga pesadilla.
Se deshizo la luz. No recuerdo la hora exacta, solo sé que esa fue la señal de que había comenzado. Ya había pasado las 12 de la media noche. Recién empezaba el 20 de septiembre.Ya una de mis niñas dormía y la otra aún estaba despierta a mi lado.
-Bueno, es momento de dormir. Llegó María. - Le dije a mi niña y prendí una vela.
-Mamá, tengo miedo.- Dijo la pequeña con voz quebrada.
Tranquila, estamos listas y Papá Dios nos cuida. Nada nos pasará.- Dije haciendo uso de todas las técnicas teatrales y persuasivas que aprendí en la escuela. Ella me creyó.
El apartamento, que está justo al lado de casa de mis padres, estaba seguro. Había sellado las ventanas temprano en la tarde. Había organizado una canasta con meriendas y recolecté agua en cuanto envase encontré. Estaba lista, pero muerta de miedo. Solo éramos mis dos niñas, la gata y yo. Demasiado estrógeno en tan pocos pies cuadrados y mi melodrama, viéndose atrapado en cuatro paredes, ya empezaba a hacer de las suyas..
-Hoy no se duerme.- Me dije mientras miraba sin pestañar la tenue luz de la vela que me permitía ver descansar a mis niñas abrazadas en mi cama.
-¿Por qué te adelantas? Se supone que llegaras a las cuatro de la mañana. ¿Qué pretendes? ¡Contéstame!
Así pasé las horas hablándole a un huracán como mujer despechada que planea la conversación que le dirá al marido que no regresa.
Se deshizo la luz. No recuerdo la hora exacta, solo sé que esa fue la señal de que había comenzado. Ya había pasado las 12 de la media noche. Recién empezaba el 20 de septiembre.Ya una de mis niñas dormía y la otra aún estaba despierta a mi lado.
-Bueno, es momento de dormir. Llegó María. - Le dije a mi niña y prendí una vela.
-Mamá, tengo miedo.- Dijo la pequeña con voz quebrada.
Tranquila, estamos listas y Papá Dios nos cuida. Nada nos pasará.- Dije haciendo uso de todas las técnicas teatrales y persuasivas que aprendí en la escuela. Ella me creyó.
El apartamento, que está justo al lado de casa de mis padres, estaba seguro. Había sellado las ventanas temprano en la tarde. Había organizado una canasta con meriendas y recolecté agua en cuanto envase encontré. Estaba lista, pero muerta de miedo. Solo éramos mis dos niñas, la gata y yo. Demasiado estrógeno en tan pocos pies cuadrados y mi melodrama, viéndose atrapado en cuatro paredes, ya empezaba a hacer de las suyas..
-Hoy no se duerme.- Me dije mientras miraba sin pestañar la tenue luz de la vela que me permitía ver descansar a mis niñas abrazadas en mi cama.
-¿Por qué te adelantas? Se supone que llegaras a las cuatro de la mañana. ¿Qué pretendes? ¡Contéstame!
Así pasé las horas hablándole a un huracán como mujer despechada que planea la conversación que le dirá al marido que no regresa.
sábado, 24 de marzo de 2018
Perdón a Eva
A veces uno se siente la peor mujer del mundo... A veces el universo juzga porque no cumples con aquello que debes hacer sin equivocarte por el simple hecho de ser mujer... Porque al haber nacido mujer debes renunciar a todo lo que te hace humana y se te niega el derecho a fallar...
A veces me siento la peor mujer del mundo cuando quisiera mandar todo a la mierda e irme como se puede ir cualquiera que no cargue ovarios en sus entrañas. Irme así sin dar explicaciones a una sociedad que no me conoce, pero se siente con la potestad de juzgar, de cuestionar... Porque así debe ser... Porque es tu destino... Porque cargas el cromosoma de la culpa...
Desde el principio de los tiempos así ha sido. Me enseñaron que Eva fue la culpable de todo, pero nunca supe si le dieron la oportunidad de explicarse o defenderse. Nunca supe a ciencia cierta qué tan verdadera era esta historia contada y recontada tantas veces. Nunca escuché a Eva, sin embargo promoví su culpa. La repetí hasta el cansancio. La vi vuelta serpiente esparciendo veneno, seduciendo, provocando, poniendo en la boca del hombre la manzana.
Pero es cuando el peso del mundo te cae sobre los hombros que te das cuenta que repetir versiones de historias contadas por otros te hace cómplice. Es en ese momento que piensas en Eva. Es ahí que sientes que la amas, que quieres correr a darle un abrazo, acariciar sus cabellos y besar su desnudez escondida entre las culpas. Pedirle perdón una y mil veces...
Perdón... por las veces que repetí su historia. Perdón por no defenderla cuando decían su nombre y ella no estaba ahí... Perdón por culparla de todos mis dolores... Perdón por maldecirla al ver la sangre correr entre mis piernas... Perdón una y mil veces, porque después de tanto tiempo descubrí que, aunque en otra piel, yo también soy Eva...
A veces me siento la peor mujer del mundo cuando quisiera mandar todo a la mierda e irme como se puede ir cualquiera que no cargue ovarios en sus entrañas. Irme así sin dar explicaciones a una sociedad que no me conoce, pero se siente con la potestad de juzgar, de cuestionar... Porque así debe ser... Porque es tu destino... Porque cargas el cromosoma de la culpa...
Desde el principio de los tiempos así ha sido. Me enseñaron que Eva fue la culpable de todo, pero nunca supe si le dieron la oportunidad de explicarse o defenderse. Nunca supe a ciencia cierta qué tan verdadera era esta historia contada y recontada tantas veces. Nunca escuché a Eva, sin embargo promoví su culpa. La repetí hasta el cansancio. La vi vuelta serpiente esparciendo veneno, seduciendo, provocando, poniendo en la boca del hombre la manzana.
Pero es cuando el peso del mundo te cae sobre los hombros que te das cuenta que repetir versiones de historias contadas por otros te hace cómplice. Es en ese momento que piensas en Eva. Es ahí que sientes que la amas, que quieres correr a darle un abrazo, acariciar sus cabellos y besar su desnudez escondida entre las culpas. Pedirle perdón una y mil veces...
Perdón... por las veces que repetí su historia. Perdón por no defenderla cuando decían su nombre y ella no estaba ahí... Perdón por culparla de todos mis dolores... Perdón por maldecirla al ver la sangre correr entre mis piernas... Perdón una y mil veces, porque después de tanto tiempo descubrí que, aunque en otra piel, yo también soy Eva...
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