En el camino al interior de mi ser me fui descubriendo infinita. De las cavidades y pliegues se desprendieron universos y me fui poblando de huellas, aromas texturas y colores... Y me descubrí entre palabras y silencios de dolores; y fui plasmando en mi lienzo nuevos adjetivos.
Soy vaivén de olas que siempre vuelven a la playa que ama. Soy el aire que exhalaron mis montes en su último latido. He muerto tantas veces y resurgido de entre la nada. Soy sueño roto e ilusión cohibida; vientre no fecundo que anhela mariposas. Soy la rebeldía de historias no contadas; de centenarios malditos. El eco sordo que grita la esperanza. Soy quien dejé de ser. La lluvia que borra nombres de los suelos y hace brotar semillas olvidadas.
Soy un recuerdo más en una mente sombría o un olvido menos en un corazón lastimado. Soy lo que no quise ser o lo que en otras vidas no pude. La curva de una sonrisa o una mueca. Quizás un para siempre o un nunca jamás... El eco sordo que grita la esperanza. Soy quien nunca antes era.
Soy y existo en este espacio olvidado mientras me piense un alma o mientras mi nombre siga siendo eco en alguna historia con puntos suspensivos que le teman al fin.