lunes, 17 de octubre de 2016

Me visitó la Luna

Imágen de web
Hoy vino a verme, pero no como todas las noches. Sabía que la esperaría y se plasmó como nunca en el cielo despejado. Tal vez no como nunca... Quizás como tantas veces... Quizás no tuve tiempo de mirarla así antes... A veces la vida nos baja la cabeza o nos sorprende el insomnio entre sábanas y un techo de concreto. Pero ahí estaba ella perdonando mi humanidad y entregándose toda. No sabía cuánto amaba sus lunares. Puedo trazarlos en el aire con los ojos cerrados. Quizás ella conozca igual de bien mis cicatrices... Esas que se ven en este cuerpo habitado... Esas otras que solo se sienten en un latido o suspiro... Ella, que conoce el trayecto de mis lágrimas por las mejillas y el brillo que aún queda en mis ojos... Ella, a la que le he contado mis sueños en cada desvelo y le he cantado mil veces con el cielo de testigo. Ella sigue siendo la misma Luna aunque a veces se esconda. Yo en cambio soy distinta en cada Luna llena. Nueva, menguante y creciente me ha visto tantas veces, porque yo, como ella, tengo fases aunque desorbitadas e irregulares. Algún día aprenderé de ella a orbitar en mi esperanza y apreciar cada ciclo.

martes, 2 de agosto de 2016

Cuando el timbre no suena

El 1ro de agosto, como muchos agostos, fue un día sumamente triste para mí. Miles de maestros desfilaron antes de las 8 a colocar su dedo índice en el ponchador mientras en su mente rogaban haber recargado las energías suficientes para sobrevivir otro año escolar y todos los cambios que trae. Este 1ro de agosto a las 8 de la mañana sonó el timbre por primera vez después de dos meses y yo no lo escuché, sin embargo me mente estaba pensando en LA ESCUELA. Lo escribo en letras mayúsculas porque no sé de qué otra manera escribirlo para representar lo que pienso, pues mi mente paseó por todas las escuelas que he recorrido. Pensé en el café que se estarían tomando mis compañeros en el salón de inglés pero también en el café de Carminia que tomé varios años antes y que aún recuerdo su rico sabor. Pensé en el árbol de flores amarillas que había en el estacionamiento de la primera escuela en la que trabajé, en los armarios que organicé en agosto y los que dejé regados en mayo... Pensé en la parada obligatoria todas las mañanas en el salón de la maestra de matemáticas que pasó de ser colega a amiga y ya no está...

Hoy 2 de agosto a las 8 am también tocó el timbre pero nuevamente no pude escucharlo y sé que muchos compañeros tampoco lo escucharon. Hoy pensé en ellos... En todos... Porque aunque no los conozca sé lo que está pasando por sus mentes en este momento. Pienso en el padre de familia y en la madre soltera cuyas vacaciones de verano se les extendió de manera inevitable. Pienso en el que cobró menos su última quincena porque comenzó tarde y que cobrará tarde cuando empiece a trabajar... Pienso en el que está contemplando abandonar la vocación y en el que sin quererlo ha revisado ofertas de empleo en otros lugares... Hoy mi mente está con ellos y sé que añoraron escuchar el timbre... cualquier timbre... en cualquier lugar... en cualquier salón... Los pienso y solo les deseo que Dios los ponga en el lugar que sean necesarios, que sean de bendición a las vidas que tocarán y que pronto, muy pronto puedan escuchar el timbre sonar.


Berlisse D. López Miranda
Maestra de Español

miércoles, 11 de mayo de 2016

Carta a una futura escritora

Siempre decía como el poema de Julia de Burgos yo quise ser lo que otros quisieron que yo fuese. Suena triste esta realidad, pero Berlisse fue una adolescente muy tímida e insegura. Yo era muy buena en todas las clases, en especial en ciencias y matemáticas, así que muchos empezaron a decir que yo sería una muy buena doctora o científica. Yo lo creí.

Yo vivía en las nubes y soñaba. Tenía libretas por todas partes y escribía en todo lugar. Solo mi madre y mis dos mejores amigas sabían mi amor por la escritura ya que también lo compartíamos. Un día, ya en 12mo grado, decidí con mucho miedo compartir mis escritos en un informe oral de la clase de Español. Ese día descubrí la magia de las letras. Todos aplaudieron, algunos lloraron y la señora Rosario, mi maestra, me abrazó bien fuerte y me dijo: Berlisse, tú serás escritora. Tú serás maestra.

Esas palabras las repetía una y otra vez en mi cabeza, pero era una voz en no sé cuantas que me veían haciendo inventos. Yo quería escribir y enseñar a otros jóvenes a amar su idioma. Pero, como te dije, era una joven tímida e insegura, así que le hice caso a las voces del mundo y entré a estudiar Biología en la UPR de Río Piedras.

Recuerdo que empecé un verano a tomar clases en la Facultad de Ciencias Naturales. Fue el verano más horrible de mi vida. Tenía buenas notas en la clase de pre-cálculo que tomé, pero yo no pertenecía a ese ambiente. Allí no se podía soñar. Había que aprender fórmulas y resolver ecuaciones. Esos pasillos eran muy silenciosos para mí. Yo quería hablar y recitar poesía. La voz de mi maestra se hizo más fuerte en esos pasillos silenciosos.

Un día fui a mi clase pero yo no estaba allí. Veía números aparecer en la pizarra pero no escuchaba al profesor. "Serás escritora. Serás maestra", decía una y otra vez en mi mente. Salí de clase directo a la oficina del consejero académico y ese día me cambié.

"Los escritores y los maestros se mueren de hambre", me decían muchos familiares, amigos y conocidos, pero a mí no me importó. Tomé todas las clases de literatura y redacción que pude. Ya yo sabía quién era. Ya no era tímida. Ya no era insegura. Cada día escribía más y eso era lo más que amaba. El solo hecho de escribir para mí era un acto de rebeldía.

Aunque no lo creas y muchos piensen que estoy loca, amo esto que hago. Mi idioma es uno de los tesoros que más aprecio y transmitir ese amor a las mentes más jóvenes es algo que me hace sentir realizada. Tengo muchas letras regadas que comparto de vez en cuando en este blog y otras dando vueltas en mi cabeza esperando el momento de convertirse en tinta y papel. Algún día quizás llegue a publicar algo o quizás nunca. Quién sabe... Lo que sí sé es que mientras pueda y tenga salud me encargaré de que nadie dude de sus sueños y de que sepan que está bien pensar diferente y seguir el corazón.

Mi misión de vida está en mis hijas, está en ti y en los cientos de estudiantes que pasan por mi vida cada año. Enseñarles el amor por su idioma, por su Patria y por ellos mismos... Enseñarles que está bien cuestionar; ser distinto... Y de paso, si hay alguna Berlisse sentada (o sentado) atrás, en medio o al frente en una de mis clases, con inseguridades, dudas o frustraciones, sepa que yo creo en ellos... Que yo una vez miré con miedo al futuro... Que yo una vez oí las voces de otros e ignoré mi corazón...

La vida no tiene casualidades y quizás tenías que leer esta historia y ser yo quien te diga que es cierto lo que dicen todos que puedes ser cualquier cosa, pero tú sigue tu corazón y te digo como una vez me dijo mi maestra: serás escritora.

Espero que estas palabras de vueltas siempre en tu cabeza y un día cuando me tropiece con un libro tuyo en una tienda diré a todos que yo fui tu maestra de Español y que sabía que serías escritora. Créeme, esa sería una de mis más grandes historias.


Letras dedicadas a Coralys Ríos, una maravillosa joven.

sábado, 30 de abril de 2016

En la espera

No ha llegado todavía,
pero aún lo espero.
Su llegada es incierta,
pero la luz de la esperanza
aún está encendida.
Llueven días de espera
pero al anochecer siempre brillan las estrellas,
porque aún ellas añoran tu llegada.
Mis ojos te han llenado de amaneceres
que en la oscuridad de la noche
iluminan el camino hasta mi puerta.
Mis labios, salpicados de rocío,
esperan ansiosos el roce de tus labios de seda.
Hasta que estés aquí,
a mi lado para siempre...

Rota

Es mucho para un vieja vasija remendada. Pegada una y otra vez después de cada caída. Las grietas ya se ven a simple vista. Nadie quiere beber en esta vasija crasa. Se hace lo que se puede con los pedazos. Luego de un golpe jamás se vuelve a ser el mismo. Por más que se pretenda "no pasó nada", los pedazos en el suelo te delatan. Los dedos vueltos sangre en el intento de que cada pedazo quede como antes. Pero es inevitable lastimarse al intentar restaurar un alma rota. Y ahí estás nuevamente hecha pedazos. Ya de tanto caer no sé si remendarte vale la pena o el sacrificio de mis dedos aún sangrando. Pero no sé porqué aún así te recojo y con lágrimas en mis ojos te susuro: hay esperanza...