jueves, 13 de septiembre de 2007

Calladita te ves más bonita

Hace poco muchos quedamos atónitos al escuchar una participante de un concurso de belleza en los Estados Unidos nadar como un pececito (blu, blu, blu)
en una pecera al hacer el intento de responder a una pregunta. Al parecer, de tanto blu, blu, blu, se le llenó la cabeza de aire y su respuesta fue tan clara como lo que hay en el interior de una burbuja: nada.
La pregunta era muy sencilla: Muchos americanos no logran encontrar a América en un mapa. ¿Cuál era su opinión al respecto? Nada. Nada. Sí, nada querida, que si no nadas te ahogas. Pero la pobrecita se ahogó en el intento de producir una respuesta. Habló de todo el mundo, de medio mundo, de mundo y medio pero ni en una oración logró completar el pensamiento. Su respuesta fueron muchas burbujitas blu, blu, blu que se explotan en el aire.
Tan bonita la nena. ¡Qué porte! ¡Qué elegancia! ¡Qué hermosa la señorita Carolina del Sur. Ay pero para qué abriste la boca. Con sólo decir “quiero la paz mundial” hubiera bastado, pero te quisiste hacer pasar por inteligente. ¿Acaso no sabes que en los concursos de belleza la inteligencia brilla por su ausencia? Sonríe, señorita Carolina del Sur. Posa, Saluda (muñeca, muñeca, codo, codo), pero por favor no abras la boquita que se te escapan las burbujas. Calladita te ves más bonita.

El Chupacabras

¿Por qué, Silverio? ¿Por qué? Ya por fin había logrado olvidar ese nombre hasta que tuviste que nombrarlo. Chupacabras. Mencionar ese nombre aún me pone la piel de gallina. Recuerdo las tantas noches que no conciliaba el sueño pensando en que cuando cerrara mis ojos vendría el Chupacabras a chuparme como a una china.
Vivía en un campo de Toa Alta (mis padres siguen viviendo allí) y, aunque era una urbanización, había una montaña atrás que el pasto, como nunca se recortaba, parecía ser caña de azúcar y llegaba a alcanzar alturas inimaginables. Por las noches sentía al Chupacabras como esconderse tras el enorme pasto a esperar a que me durmiera. Pude dormir tranquila cuando se marchó, pero siempre pensando que algún día regresaría por mí.
Tantos años preocupándome por un Chupacabras que nunca he visto; que no se si realmente existe. Tantos años a la expectativa de un regreso sin notar a los Chupacabras que seguían aquí causándonos daño: los políticos chupadores, que cada cuatro años se ponen un disfraz y que entre gabán y corbata se chupan el dinero del pueblo, todas nuestras esperanzas y hasta nuestra dignidad. Ahora sí tengo una verdadera razón para no dormir.

Se Vende ¡Como nuevo!

Es increíble lo que la necesidad y la desesperación llevan a hacer a algunos. Ver la necesidad frente a sus ojos y sentirse impotente lleva a muchos a tomar decisiones desesperantes. Este es el caso de un joven en Argentina. La necesidad lo llevó a tomar una decisión desquiciada para muchos.
El joven de 26 años vive con su esposa y sus dos pequeños hijos en un barrio pobre y marginado de Argentina. Trabajaba en una fábrica 16 horas diarias para ganarse 75 dólares al mes. Tuvo que abandonarlo debido a que las emanaciones de pegamento afectaron su sistema respiratorio. Al verse sin empleo, sin dinero y con una familia que sostener tomó una decisión desesperante: vender un riñón.
Cuando veo estas cosas y pienso en las personas que están del otro lado con tanto dinero que no saben en que más gastarlo, siento coraje. Vivimos en un mundo tan desigual y tan injusto en el que unos piensan en qué otra cosa comprar para vivir y otros en qué cosa vender para seguir viviendo, así sea una parte de su cuerpo.

No hay costa pa' nadie

Gran parte de las costas de Puerto Rico están siendo utilizadas por complejos turísticos o complejos de viviendas de altos costos. Muchos de estos proyectos, además de restringir el acceso a la playa, causan un daño ecológico grandísimo. La isla de Culebra se encuentra en estos momentos en un caso similar.
Actualmente las playas de Culebra son las más importantes para el anidaje de tortugas marinas como el tinglar y el carey, ambas en peligro de extinción. Ya comenzó la deforestación de los terrenos costeros y los residentes de la isla de Culebra pidieron al gobierno que se detuviera dicha construcción y deforestación hasta que vean que cumple con todos los reglamentos.
Si nos dejamos llevar por experiencias anteriores, como Costa Serena, por ejemplo, sabremos que dicha petición no va a ser escuchada. Lamentablemente vivimos en un país controlado por los ricos y que muchos otros por un poco de dinero venden permisos y hasta su dignidad y que el gobierno no hace nada para impedirlo. Pero todas esas cosas las pagamos todos nosotros con creces.